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Cuento de Navidad 2021

  • jppeyro
  • 24 dic 2021
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 29 dic 2021

Una nueva felicitación en forma de cuento navideño. BON NADAL I FELIÇ ANY NOU / FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO


Pueblo de Costacurta – Mallorca-Baleares-España, 24 de diciembre de 1971

Querido Aarón:
¡Ahora sí que odio las navidades! ¡Odio cantar la Sibila en la Misa del Gallo, y ya son van años! Ramón me dijo que su padre le dijo que como él era cantante solista en la Escolanía del Monasterio de Lluc lo haría mucho mejor que yo, pero que me dan el papel a mí porque la Parroquia de Costacurta tiene abierta la cuenta en el banco de mi padre y para hacerle la pelota a mi padre quieren que la cante yo. Y que además como vivimos en el piso que está encima de la casa de la hermana de Don B, que además es mi profesora de solfeo y piano, (mis padres me obligan a tomar clases de solfeo y piano, pero a mi me gusta mucho más el fútbol) y como Ramón está interno en el Monasterio de LLuc y es allí donde aprende canto, la hermana de Don B presiona para que me elijan a mi y no a Ramón que canta mucho mejor que yo. Dice la Señorita M, mi profesora de piano y canto, y hermana de Don B, que su hermano es una eminencia (he buscado la palabra en el diccionario y significa que es un “eminente”, uno que sobresale en mérito; uno que sabe mucho) porque es doctor en latín y griego y escribe poesía y da clases en una gran ciudad de la península, porque él vive en la península como tú, pero no en la misma ciudad, en otra. Dice la Señorita M, hermana de Don B, que su hermano sabe mucho de rimas y de música, por eso todas las navidades toca el órgano en la Misa del Gallo y en el Oficio solemne de Navidad.
A mí Don B me acojona. Cuando canté el año pasado, me explicó que la canción que canto en la Misa del Gallo es un canto muy antiguo y la canta una mujer que anuncia el apocalipsis (también he buscado esta palabra: significa el fin del mundo) Yo quería decirle que, por qué si era una mujer la tengo que cantar yo que soy un niño, ¿no sería mejor que la cantara una niña? No sé lo pregunté porque Don B no habla normal, asusta. Habla como el Padre F, que es teatino y tiene muy mala leche, y cuando dice la misa toda la voz le retruena y tiene como un eco, como si todo el tiempo dijera: Lázaro levántate y anda. Don B no es cura, pero habla como si lo fuera. Todo el tiempo. Como si no me hablara a mi. Como si hablara a una multitud de gente, aunque estemos él y yo solos. Mi padre dice que Don B no habla, declama (declamar es hablar como el padre F cuando dice: Lázaro levántate y anda; porque dice el Padre F que así es como hablaba Jesús, porque si Jesús no hablara así, Lázaro nunca se hubiera levantado y andado) Porque dice mi padre que como Don B es una eminencia, pues las eminencias hablan así. Y como además es poeta, usa palabras que la gente vulgar no entiende; como queriéndome decir que nosotros sí que las entendemos porque nosotros no somos vulgares. Por eso no me he atrevido a decirle que la mitad de las cosas que dice la canción que canto en la misa de nochebuena no sé qué quieren decir, aunque me la sepa de memoria, y tampoco entiendo a Don B cuando habla, y por lo tanto yo debo ser vulgar, y a él no le gusta que yo sea vulgar. Por eso los reyes me traen juegos de química y mecanos y no me dejan las pelotas de fútbol y la camiseta del barça que yo les pido cada año junto con el poni tordo. Y para no parecer vulgar tengo que cantar el apocalipsis en la Misa de la medianoche antes del día de navidad. Y como Don B vive en la península y llega el mismo día y no podemos ensayar, durante un mes ensayo con la señorita M, su hermana, mi profesora de solfeo y piano. Y por eso no puedo ir a los entrenamientos de fútbol y el entrenador me castiga alineando a Mateo en la banda de extremo derecha, y entonces Mateo se cree que es Jairzinho, el extremo derecho que juega con Pelé en la selección brasileña, y a mi me da mucha rabia porque Jairzinho soy yo. No entiendo porque Mateo no quiere ser Pelé como todo el mundo. Pues no, Mateo quiere ser Jairzinho como yo, y no puedo contárselo a mi padre porque mi padre nunca viene a verme jugar al fútbol, porque dice que es un “juego de masas” (Aaron, si entiendes qué quiere decir “juego de masas”, explícamelo por favor, yo no he sabido descifrarlo)

Aarón, odio las navidades y por eso espero que la parroquia se pelee con mi padre y abran la cuenta en otro banco que no sea el de mi padre y elijan a Ramón de la Escolanía de Lluc para cantar en la misa de nochebuena y así yo no tendré que ensayar un mes antes, y así Mateo no será Jairzinho, porque igual que Ramón es mejor Sibila que yo, yo soy mejor Jairzinho que Mateo; y me gustaría que mi padre me dijera que es una injusticia que Mateo sea Jairzinho y no lo sea yo, igual que hace el padre de Ramón defendiendo a Ramón. Hasta ahora soportaba las navidades porque tenía la esperanza de que los reyes me trajeran el poni tordo que cada año les pido y no me traen. Pero, Aaron, bajo la cama de mis padres, junto a otros regalos, he encontrado el juego de Mecano Magnético que mi padre me obliga a incluir en la carta de reyes de este año porque como él no ha podido estudiar de ingeniero, porque dice mi abuelo que era muy mal estudiante, pues quiere que lo sea yo. Tomás tenía razón, Aarón, los reyes son los padres. Él descubrió sus juguetes el año pasado en el armario de sus padres, pero ninguno de la clase le creímos. Cuando se lo comenté a mi madre me dijo que no le hiciera caso porque el padre de Tomás había sido Trotskista y estuvo en la cárcel. Según ella, Trotski era un rojo (tengo que investigar si ese tal Trotski era rojo como el padre de Gunter y el mismo Gunter cuando en verano vienen a pasar sus vacaciones en Costacurta y se queman en la playa) Dice mi madre que Trotsky mató al zar de Rusia y luego se comió a sus hijos y por eso dice mi madre que todos los trotskistas comen niños. Pero ahora sé que Tomás dice la verdad. Todo encaja, Aarón: ahora entiendo porque los reyes nunca me han dejado el poni tordo que les pido cada año; y ahora sé que nunca llegará: mi madre odia a los animales y nunca me permitirá tener ninguno. Ni un perro, cómo Tango, el perdiguero de Laura. O como Bola, el gato de Antonio. Ni un hámster como el tuyo. Ni un canario. Siempre he sospechado que los cuatro gusanos de seda que Gabriel me regaló no murieron por indigestión: ella los mató. Mi madre es una histérica de la limpieza. Ahora lo sé: mis padres son los reyes y nunca tendré un poni tordo. El Mecano Magnético no ensucia. ¡Odio la navidad!

¿Aaron, puedes informarte si en la fiesta judía de El Anuka, que viene a ser vuestra navidad, que celebra la consagración del templo profanado por Antíoco, hay alguna Sibila? ¿Si algún niño canta el apocalipsis o algún canto que se le parezca? Si la respuesta es que no, me interesaría pasarme a vuestra religión. ¿Puedes decirme qué requisitos se exigen? ¿En vuestra religión alguien trae ponis tordos a los niños que han sido buenos? ¿Y si los niños son vulgares, pueden aspirar a tener un poni tordo?

Un abrazo Aarón. Te echo mucho de menos. Feliz Navidad.
 
 
 

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