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ELEGÍA A AHMED GHAZALI

Hamed Ghazali ha muerto: en una etapa de su viaje por marruecos con su familia; temprano mientras su compañera y sus dos hijos se despertaban y preparaban para reemprender ruta, salió a pasear, un coche invadió la acera, arrancó dos señales de tráfico y le mató. ¡Así de horrible, así de absurdo!

 

Esposo, padre, amante del desierto que conoció en su trabajo como ingeniero de prospecciones petrolíferas, - allí aprendí a amar el desierto - me dijiste,    como tú amas el mar -  y me comentaste lo mucho que se parecían.

 

Ahmed Ghazali, filósofo, ensayista, dramaturgo, que gran obra Le mouton et la baleine, afable, humilde, reflexivo, ponderado, extraordinariamente generoso en la amistad y el amor, conversador de escucha inteligente: ha muerto.¡Ahmed, has muerto y no puedo creerlo!

  

Esta noche estuve repasando la cronología nuestra amistad y no recuerdo sus inicios. ¿Dos mil dos? ¿Dos mil tres? Yo buscaba a alguien que me pusiera en contacto con alguna compañía de teatro de marruecos porque quería trabajar allí mi obra Les portes del cel, y alguien, no puedo recordar quién, me dió el contacto de tu compañera Mireia, que entonces trabajaba en la generalitat  - vive con un dramaturgo marroquí – me dijeron – se conocieron en la Universidad de Quebec – insistieron, - que te lo presente.

 

Me informé de ti y supe que eras el autor de la obra, Le mouton et la baleine que tenía mucho en común con mi obra Les portes del cel, y nuestro primer encuentro tuvo lugar en vuestra casa en el corazón del barrio de Gracia de Barcelona. Y nos pusimos en marcha: me diste el contacto de la compañía de teatro universitaria de Casablanca, hiciste las presentaciones, propiciaste la entrevista con algunos dramaturgos de allá y fuiste el avalador e impulsor de la colaboración con la asociación AFVIC (Amigos y familiares víctimas de la migración clandestina) que nos permitió realizar la gira de la obra por marruecos.

 

Así que cuando asististe al estreno de la obra y después me propusiste la dirección de El cel massa baix, acepté agradecido de poder corresponder tu generosidad y me impliqué con mi productora La Invenció en la dirección y coproducción del proyecto sin sospechar que os metería a todos en un viaje artístico tenebroso, polémico y transgresor que terminó con tu obra, con mi productora y casi con nuestra amistad; sobrevivió al fracaso de mi dirección gracias a nuestra voluntad de seguir siendo amigos.

 

Durante un tiempo la distancia nos mantuvo alejados: siete años estuve en el mar lejos del teatro. Tú, antes de entrar en tu exitosa carrera como diseñador y productor de museos en el mundo árabe, terminaste tu doctorado y dejaste el teatro después de escribir Tombuctú 52 jours à dos de Chameau, de Travessies , y de que una importante productora catalana y un reconocido director abandonaran la puesta en escena de El cordero y la ballena; nunca supe qué parte de culpa tuvo mi polémica dirección de El cel en esa cancelación; siempre negaste que hubiera relación entre una y otra, pero no te creí.

 

De a poco llegaron tus dos hijos y mis dos nietos, y nuestros encuentros, junto con mi hija y Mireia, en el parque de Gala Placidia, viéndolos jugar. Tu luminosa sonrisa, tu voz amable, algunas comidas familiares. Vuestra complicidad con mi hijo que estudiaba dirección de cine y convocaba sus castings en vuestro jardín. Y mi culpa cedió, pero nunca me perdoné que mi soberbia, alimentada por el éxito de Las puertas del cielo, llevara la dirección de tu obra más allá de los límites del texto. Nuestra amistad se mantuvo, pero, lamentablemente, no nuestra complicidad artística. Tanto perdí en esa batalla. Tantas veces te he pedido disculpas y otras tantas tú me has disculpado.

 

Y la alegría de nuestro último encuentro en el Teatro La Gleva de Barcelona cuando Mireia y tú vinisteis a ver mi monólogo y a la salida tomamos unas cervezas y sentí la energía sincera y exultante de Mireia en sus felicitaciones y tu sonrisa siempre conciliadora junto con tus halagos para con la obra, y no puedo explicar por qué y ahora ya no podré compartir contigo la sensación que tuve de haberme liberado de algo, de algo que me pesaba y venía arrastrando de muy atrás. Si pudiéramos hablar me ayudarías a entenderlo, tal vez. Pero no podrá ser, Ahmed.

 

Ahmed Ghazali, te ha matado la muerte de muerte absurda, injusta, y hoy me llora la rabia por tanto sinsentido. Pero no vencerá la muerte mi deseo de recibir tu visita en un sueño en el que yo te hablo del mar y tú del desierto.

 

 

Avui cant l’enyor

Del rem  i la vinya

Del camp tot florit

De l’ase i la sínia

 

Del vol poderós

De l’au que em captiva

Del dolç rossinyol

Del cant que m’encisa

 

I tot morirà

Quan acabi el dia

Per néixer demà

De nou a la vida

 

Avui cant l’enyor

Del mar i de l’illa

Del vell pescador

Que pesca i somnia

 

Del vent de ponent

Que bufa i que infla

La vela que al mar

Navega atrevida

 

I tot morirà

Quan acabi el dia

Per néixer demà

De nou a la vida

 

Cercant aixopluc

Mullat d’anys i dies

Refugiat al portal

De la por a la vida

 

Una veu me digué

Prou d’enyor ves a viure

El millor per venir

Silent ve i camina

 

Perquè res morirà

Ni matins ni migdies

Tot l’ahir i el demà

És present. És la vida

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