Siguiendo la tradición, para todos mis amigos de este y del otro lado del charco, BON NADAL, Feliz Navidad
¡Amadísima madre! ¡Cierto que me avisaste! Pero sin la claridad con la que Tetis alertó a su amado hijo Aquiles de su inevitable muerte si acudía a guerrear contra los Troyanos. Tus digresiones oraculares y tu confusión casándrica no han servido para alejarme de la desgracia jasónica hacia la cual navega mi nave argonáutica. Mi corazón, de natural generoso, y mi talante paladinesco me han obligado a dar pronta respuesta al grito de auxilio de mi otra antes prometida Beth, - y sé cuánta inquina le profesabas y la alegría que manifestaste cuando me abandonó para liderar al grupo de agitación teatral Las castradoras de Dionisos - digo, cuando mi amiga Bet, enferma de Alopecia Walmania, me suplicó que la substituyera en la dirección del Belén Viviente que cada navidad organiza con los chicos y chicas de la EGB del colegio concertado, ubicado en el exclusivo barrio de Pedralbes, Beatos Madre Ernesta y Padre Sentmenat.
Beth, Beth, Beth… querida Beth: cuando la directora me refirió la planificación que habías preparado para tu espectáculo navideño de adoración de los pastorcillos, intitulada ¡¡¡A Belén pastores!!! No me sorprendió en absoluto ni su pobreza de ideas, ni su talante conservador, ni su apariencia de yermo páramo dramático, pese a tu master en Stringber y tu doctorado cum laude en semiótica teatral, Replicando a Anne Ubersfeld. ¡Que mísera es tu concepción escénica!¡Qué estéril tu discurso dramático! Así que advertí a la directora de las mejoras que introduciría en la representación de este año, no demasiadas, puesto que sólo quedaban tres días para la representación de final de trimestre.
Mi intención era conservar la escaleta vertebradora de la acción navideña de Beth, dándole un giro arteauniano para acotar el ritual judeocristiano y confrontarlo con la catarsis helénica que como bien sabes, querida madre, es mi especialidad. Así que unifiqué el espacio de los pastorcillos durmiendo junto a sus ovejas, con el de los tres reyes magos y los situé distantes en la sala, pero en el mismo plano que los espectadores, una vez vaciado el patio de butacas del Salón de Actos de los Beatos Madre Ernesta y Padre Sentmenat. Los cinco chicos y chicas vestidos de pastores junto a la docena de compañeros disfrazados de ovejas marcharían para reunirse con los tres reyes magos y dirigirse todos hacia la Santa Familia: José, María y el Niño ubicados en la escalera del fondo del salón de actos que da acceso a los servicios y vestuarios. Esta escalera iluminada por velas unificaría el nacimiento judío con la tradición fálica del árbol sagrado de los pueblos bárbaros del norte; esto no se lo comenté a la directora por temor a que considerara mi elaboración de los significantes religiosos excesivamente transgresor. Al llegar pastores, rebaño y reyes al nacimiento, todos juntos, profesore, alumnos y padres entonarían el villancico compuesto por Sor Adelaida Sacramento: “Si tú me dices ven, lo dejo todo” en un finale con tuti apoteósico. Debo decirte, mamá, que la respuesta de la directora y del resto de la junta del profesorado del Colegio Beatos Madre Ernesta y Padre Sentmenat fue entusiasta y la directora se deshizo en elogios y se genuflexionó ante mi genio.
Y seguramente el acto navideño hubiera sido un éxito sin precedente en el Colegio Beatos Madre Ernesta y Padre Sentmenat si a escasas horas de empezar la representación no hubiera tenido la desgraciada ocurrencia de cubrir el suelo del Salón de Actos, libre de sillas, del Colegio Beatos Madre Ernesta y Padre Sentmenat con el contenido de veinticinco sacos de bolitas de pórex blanco para imitar un paisaje nevado y substituir, para integrar el minoritario alumnado asiático del Colegio Beatos Madre Ernesta y Padre Sentmenat, el vestuario del rebaño de ovejas por una serpiente china de doce metros con cabeza de dragón que encontré esa misma mañana en el taller de artes plásticas. Cuando los profesores y los padres entraron en el noble Salón de Actos del Beatos Madre Ernesta y Padre Sentmenat, junto con todo el resto del alumnado, no pudieron controlar la estampida de los doscientos chicos y chicas de edades entre los siete y los doce años, que se lanzaron a por las bolas de pórex creyendo que era nieve. Los pastores y los tres reyes viendo cómo se divertían sus compañeros, abandonaros sus posiciones y se unieron al jolgorio y a la anarquía general que se apoderó del Salón de Actos Beatos Madre Ernesta y Padre Sentmenat mientras la directora me gritaba histérica, - Haga usted algo por el amor de Diós.
Yo contemplaba extasiado cómo el rebaño de ovejas, transformado en una gran serpiente ciega cristiano-asiática, empezaba a moverse hacia la Sagrada Familia con aire de amenaza ectoplásmica que convirtió la acción navideña en un esperpento gótico terrorífico, ya que uno tenía la certeza, al contemplar como la serpiente con cabeza de dragón se arrastraba entre las bolas de pórex y el centenar de niños y niñas del salón, que cuando la cabeza china ascendiera la escalera iluminada por velas y alcanzara a San José y a la Virgen Maria con el muñeco del niño Jesús entre sus brazos, los engulliría trágicamente hasta hacerlos desaparecer entre los cilicios de la asiática ameba gigante. Justo en este momento y viendo la directora que mi bloqueo contemplativo me impedía acometer cualquier acción para reestablecer el orden en el Salón de Actos de Beatos Madre Ernesta y Padre Sentmenat ordenó a la junta de profesores iniciar desesperadamente el cántico del villancico compuesto por Sor Adelaida Sacramento: “Si tú me dices ven, lo dejo todo” al que se unieron los padres y madres con la confianza de que la música amansaría sus fieras. El intento fue en vano, la serpiente nazarena lo arrasaba todo a su paso y tumbó las velas que iluminaban la escalera. Estas incendiaron el pórex, que empezó a arder, elevando la catarsis navideña hasta asemejarla más a un incendio troyano que a un fuego santo del establo de Belén.
Yo abandoné el colegio en el momento en que llegaban cuatro dotaciones de bomberos y desplegaban sus mangueras para remojar el salón de actos ante el jolgorio general y la impotencia de padres y profesores mientras la directora histérica, incapaz de reconocer el milagro artístico que acababa de presenciar gracias a mi genial puesta en escena, gritaba mi nombre en arrebato desenfrenado y exigía mi detención inmediata.
¡Oh, humanidad! ¿Qué será de ti cuando persigues a tu hijo más dotado?
Todo esto ocurrió hace apenas tres días, mamá. He tenido que desconectar mi móvil. Beth no para de llamarme e insultarme por mensajería. La directora y la brigada municipal del exclusivo barrio de Pedralbes anda tras mi busca y captura y yo, al igual que Ulises, a merced de las iras de Poseidón, intentando regresar a Ítaca, a ti madre-Penélope, me he visto obligado a embarcarme en una tournée navideña del Circo Hermanos Oligor en substitución del Clown Pedoman (el que se tira pedos de mentira). Pero ya me conoces, mamá, yo no hago nada a medias y siempre busco la verdad de la actuación. Y así, sometido a una dieta estricta de legumbres variadas, brócoli y coliflor, he conseguido que los pedos suenen y huelan en directo, y no sólo durante la actuación, en el trayecto entre localidades ejercito mi esfinter ante la incomprensión de mis compañeros de reparto que incomprensiblemente viajan con las ventanas de la furgoneta bajadas y ya hay alguno con síntomas de neumonía contumaz.
Querida madre, inexplicablemente la compañía circense, aprovechando que he ido al váter para expulsar parte de mi masa excremental, se ha olvidado de mi en la estación de servicio desde la que te estoy escribiendo este mail para que me mandes dinero y pueda volver a casa por navidad.
¡Por el Amor de Dios, Pere Peyro del Verde Gabán! Yo creo que, ahora mismo, Dios Padre, Hijo, Espíritu Santo y su Purísima madre, ¿que fue de San José?, estarán ahora mismo escojonandose y agradeciendo haberse unido a personajes MontyPaytianos, Valle Inclanescos y Martes y Trecedianos del Penultimo Adviento de Cholatate Ful de Estambul…
Creo que me voy a tomar otra infusión de hierbas del retiro tibetano del fondo de los valles acústicos del profundo gong en cuenco acrisolador de las energías del Zen, el loto y la perfumadisima amapola de Irán… vamos lo que viene siendo unas hierbecicas cocias en la cazuelilla la abuela…
El d'aquest 2023 ha estat un dels millors contes de Nadal que he llegit, m'ha fet riure moltíssim mentre acabava d'esmorzar; cada desgràcia del protagonista ha estat també un apropament a compartir la seva il·lusió i el desacord dels seus projectes amb la realitat. Aquests contes em donen un bon Nadal. Moltes gràcies!!